La noticia que nos dio nos sacudió desde el estomago, pasando como una navaja por el corazón, confundiendo los sentimientos.
El primer sentimiento fue vacío, anestesiado, solo salió una pregunta: ¿qué?
El segundo sentimiento fue de incredulidad, en este momento mi hija rompía en llanto, hubo un instante de inmovilidad, le dije que iba a confirmar la noticia, no porque no creyera en la fuente sino porque era tan desgarrador que necesitaba corroborarlo, ya era tarde, había que pensar en alguien honesto ya que la primera fuente no estaba disponible, nadie lo estaba realmente.
El tercer sentimiento fue de coraje, le habían arrebatado a dos niños a quienes conozco desde casi bebes a su madre, que fácil, mataron a una mujer valiente que había pasado por mucho y que tenía su "vivimos felices por siempre" , en un momento partieron a una familia en pedazos, lastiman y dañan a una comunidad entera y lo peor es que esto jamás va a terminar aquí, el dolor va ser para siempre.
Rápidamente las,cadenas de oración dentro del dolor y la confusión se hicieron presentes, la fe ante la desesperanza y la tristeza que ya terminaba de llenar nuestros corazones, qué difícil se hace rezar ante una desgracia tan grande, te confronta, pero la fe es lo único que queda lo que siempre te sostiene en un momento así.
Hablar de Rosi desde mi lado sería injusto, no alcanzaría a decir por completo el gran ser humano que descubrí, la trate muchos años con altas y bajas, momentos malos entre días normales pero en lo personal me dejo un gran aprendizaje, el ser positivo dentro de luchas dolorosas, el permitir que esa fe de la que hablo se hiciera palpable, cuando yo estuve mal, ella lo estuvo y mucho peor que yo, pero las llamadas iban y venían con un "vamos bien, falta poco", esa fuerza heredada es la que hoy sostiene a todos la que la conocieron y es la que ojalá pueda yo brindarles en estos momentos tan tristes.
La inseguridad ya ni siquiera es tema, vivimos con ella y nadie hace nada.
No hay forma de quitar esta pena jamás, solo hay que comenzar a asimilar, a tomar conciencia de nuestro entorno y dar ese amor que hoy podemos entregar a la familia que hoy lo necesita.
A los 40 me encuentro en shock, conmovida entre la tristeza y la rabia de haber perdido a una persona que no merecía dejar este mundo así, abrazo a sus hijos, a su familia, a sus amigas más cercanas y me uno en oración por todos, son días grises, con matices negros...
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