Aquí estoy yo, bajo la luz de esos luceros, bajo la lluvia que cae sobre mi cara y se funden en las lágrimas del inmenso abismo de la distancia hoy sin retorno, me encuentro un poco dentro de la obscuridad, pero también de la luz del recuerdo, estoy a la mitad de los sentimientos, entre la tristeza y la alegría de haber coincidido, de haber aprendido, de haber abrazado, escuchado, de haber sido parte, de ser herencia y hoy comprender toda la trascendencia que me han dejado.
Bajo mis sentimientos y sobre de ellos también, dentro de la debilidad de mi fortaleza y por encima de la pena y la sonrisa externa.
Otorgó el agradecimiento así como envío de viaje mi amor eterno, honrando los recuerdos y atesorando los momentos que a veces se borran ya con el tiempo.
Mientras estén en mi corazón, mi memoria aunque falle no los dejará ir, suelto pero al mismo tiempo retengo la sensación en la piel, en los oídos, guardo todo aquel instante que me lleva por un momento hasta percibir su olor en el aire.
Me sorprende que empiezo a perder las voces, algunos rasgos también.
A los 40 es otra noche más con la luna, con los recuerdos, las melodías que me cantabas de niña, los sabores que mi memoria traen, respiro lento para que no se escape ninguna sensación, abro los ojos, me encuentro sola con todo esto y de verdad aún no sé cómo acomodarlo, no es fácil, sanara mi corazón? Aún me encuentro del otro lado y espero que por mucho tiempo, sé que algún día nos volveremos a encontrar, junto a la luna con el brillo de aquella estrella que hoy brilla en lo más alto.
Gracias por tu tiempo.
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