Grandes errores.
Lo bueno es que se aprende y si los cometes otra vez ya no es error es necedad o tontería.
No digo que sea bueno equivocarse, esta dentro de nuestra naturaleza humana, así vamos creciendo y madurando con los nuestros y con los ajenos.
Nuestros más grandes errores son los que vamos a llevar por siempre, como marcas y duelen, lo importante es aceptarlos con humildad, afrontarlos y corregirlos.
A los adolescentes hay que enseñarles justamente eso, que los errores se afrontan con valor, no escondiéndose ni negándolos, nosotros como padres lo peor que podemos hacer es taparlos y no ayudarlos a corregirlos, ¿qué clase de personas estaríamos formando si no vemos sus defectos y en lo que están mal? Focos rojos porque hay familias así, ¿el resultado? Personas prepotentes que se sienten superiores e invencibles, pobres porque cuando no estén Mamá y Papá para protegerlos ¿que van a hacer?, con que carácter y temple van a afrontar cualquier vicisitud que se les presente, hay que aconsejarlos la mejor manera de resolver los problemas y por supuesto aceptar las consecuencias que sus actos hayan derivado de ellos.
Hay que inculcar valores para forjar jóvenes sanos y fuertes para la vida, sobre todo con el ejemplo. Platicarles nuestras experiencias para que tomen nota y aprendan de ellas, pero sobre todo darles la seguridad de que siempre vamos a estar ahí para apoyarlos tanto en lo bueno como en lo malo.
Siempre hay una salida, una forma de arreglar las cosas, con la verdad siempre hay una conciencia tranquila.
A los 40 me he equivocado y he aprendido, no creo que no me vuelva a pasar, después de todo la vida es así, una prueba constante de lo que somos y de lo que estamos hechos.
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