Lo que me molesta lo he ido trabajando, ese es un trabajo que solo tú puedes hacer, inténtalo, hoy ya son menos las cosas que no me hacen sentido, eso me trae a un estado de tranquilidad.
He soltado muchos sentimientos y he dejado ir a las personas que frenaban mi crecimiento tanto personal como espiritual, no que yo sea la persona más conectada en ese nivel, pero lo he encontrado y me gusta como me percibo.
He puesto más atención a lo que sucede a mi alrededor y veo cómo los demás crecen o simplemente se estancan y se autodestruyen en sus mentiras y sus banalidades, seguramente los demás verán muchos defectos en mi también, pero no los desconozco, los estoy asimilando y corrigiendo desde el punto más sensible, desde mi infancia hasta mi presente, pasando por mis ausencias, mis errores y también mis aciertos.
Me abrazo internamente y me permito llorar lo perdido para abrir mis brazos a lo que tengo que recibir y los vuelvo a abrir para ofrecer también todo lo que puedo dar, mi compañía, mi empatía, mi apoyo y mi cariño para quien lo quiera tomar.
Consuelo aquella niña del pasado, no comprendo lo que le tocó vivir aún pero la rescato presentando la mujer que se refleja en el espejo.
La vida es, ocurre, solamente.
A los 40 no juzgo a nadie, cada quien sabe dónde han pisado sus zapatos, me permito voltearme a ver a ver para comprender, para perdonar, para avanzar y así poder llegar a mi interior, a mi alma, sin reproches y curando todo aquello que se tenga que resolver, amor con amor, mano con mano y de la mano de Dios.
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